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La Torre Glòries, anteriormente llamada Torre Agbar, es un rascacielos ubicado en la intersección de la Avenida Diagonal y la Calle Badajoz, junto a la Plaza de las Glorias. Diseñada por el visionario arquitecto Jean Nouvel, en colaboración con b720 Fermín Vázquez Arquitectos, esta maravilla de alta tecnología se alza con 34 pisos sobre el suelo y cuatro niveles subterráneos, alcanzando una altura de 144 metros.
La construcción, un esfuerzo de seis años liderado por Dragados, comenzó en octubre de 1999 y concluyó en septiembre de 2005. Involucró los esfuerzos concertados de 1174 profesionales y trabajadores, mostrando la dedicación volcada en la creación de esta obra maestra arquitectónica.
Jean Nouvel se inspiró en los símbolos culturales de Cataluña, especialmente en las torres campanario de la Sagrada Familia de Antoni Gaudí y los icónicos pináculos de la montaña de Montserrat. La forma única de la torre, que se asemeja a un géiser emergiendo de las profundidades del mar, desafía el concepto convencional de rascacielos rectangular predominante en América del Norte.
Una de las características distintivas de Torre Glòries es su espectáculo nocturno: una exhibición luminosa creada por más de 4500 dispositivos LED operados de manera independiente.
Este sistema permite reproducir 16 millones de colores, gracias a un sofisticado sistema de hardware y software. Además, tiene la capacidad de crear transiciones de color independientes, sin apreciarse retrasos, creando un efecto impactante. La eficiencia energética de esta tecnología LED hace que el costo de iluminar completamente la fachada durante una hora sea de aproximadamente seis euros.
La temperatura en el interior del edificio se regula mediante un sistema VRV, que organiza cada planta en 27 zonas diferenciadas y actúa de forma inteligente para optimizar el uso de energía. Las luces también son controladas por un sistema informático, regulándolas automáticamente según si un espacio está ocupado o no. Además, parte de las lamas que recubren la fachada poseen placas fotovoltaicas que acumulan energía solar para autoabastecer las necesidades de la torre.
A mediados de 2011, la Comisión Europea distinguió a la Torre Agbar con el título de Edificio Verde por su eficiencia energética y las reducidas emisiones de CO2 en comparación con edificios de características similares.
A pesar de las críticas iniciales sobre la arquitectura de la torre, esta se convirtió rápidamente en un icono arquitectónico de Barcelona y uno de sus edificios más reconocidos. En el 2008, diversas instituciones catalanas la incluyeron en una lista de los principales iconos culturales de la Comunidad Autónoma, consolidándola como un símbolo distintivo de Cataluña.
La torre se ha convertido en un destino turístico popular, incluida en rutas de autobuses y helicópteros turísticos que exploran los puntos más representativos de la ciudad. La posibilidad de visitar su interior es una actividad buscada por muchos turistas.
Desde el año 2006, la Torre Agbar ha sido el escenario elegido por miles de personas para dar la bienvenida al nuevo año. La televisión autonómica TV3 utiliza su impresionante sistema de iluminación para transmitir las campanadas de fin de año, colocando a Barcelona junto a otras ciudades emblemáticas como Sídney, Madrid, París, Londres o Nueva York.
A lo largo de los años, la torre ha enfrentado críticas y controversias. En 2007, se detectó un caso de lipoatrofia semicircular entre los trabajadores, relacionada con electricidad estática y falta de humedad. La forma de la torre también generó debates, siendo algunos críticos quienes la asociaron a simbolismos fálicos, a lo que Jean Nouvel respondió defendiendo las referencias a Gaudí y Montserrat como fuentes de inspiración.
Aunque Jean Nouvel siempre defendió que su obra se inspiró en símbolos arraigados a Cataluña, algunos autores argumentan que estas referencias tienen escaso fundamento y que la torre se asemeja más a construcciones como la 30 St Mary Axe de Londres, construida dos años antes.
En contraste con la modernidad de Torre Glòries, los Bunkers del Carmel ofrecen un mirador más histórico. Situados en la cima del Turó de la Rovira, estos bunkers proporcionan vistas panorámicas de Barcelona. Durante la Guerra Civil Española, sirvieron como batería antiaérea, y hoy en día son un punto de encuentro para disfrutar de la ciudad desde las alturas.
De lunes a viernes
De 8.00 a 22.00 horas
Sábado y domingo
De 10.00 a 20.00 horas
